“Porque tengo miedo, miedo de quererte y que no quieras volver a verme”
A
veces, el miedo a sentirnos rechazados, nos impide a seguir adelante, a mostrarnos
tal y como somos. ¿Por qué? El hecho de que puedan decirnos que no, lo único
que consigue es que no nos decidamos a actuar.
Es
muy bonito decir que hacer algo es sencillo, y sí que lo es, pero visto desde
fuera. La cuestión es vivir desde dentro las emociones de hablar, decir lo que
sientes y/o piensas y ser capaz de aguantar las consecuencias.
Cuando
te sinceras, hay dos posibles consecuencias: que la persona que está contigo te
dé la razón y, pase lo que pase, siga ahí. Que vale, puede que no le parezca
del todo bien lo que has dicho, pero lo acepta, aunque no lo comparta. La otra
opción es que, aunque sepa que tienes razón en tus palabras, no se lo tome como
tú quieres y se aleje de ti.
Si
esto ocurre, habrá que pensar que esa persona no tiene ningún tipo de cabida en
tu vida. Porque, a veces, no todos los que llegan a la vida, lo hacen con
intención de quedarse.
Soy
de las personas que piensa que toda la gente que pasa por nuestra vida, lo hace
para enseñarnos algo, ya sea bueno o malo. Unas personas nos enseñan a no
fiarnos de las apariencias, otras a amar para, luego, dejar marchar; y, otras,
para ver que podemos confiar en ellos ciegamente, que, pase lo que pase, y le
pese a quien le pese, siga a tu lado para todos los momentos que necesites.
Ese
último tipo de personas se cuentan con los dedos de la mano. A esas personas
hay que hacer lo necesario para tenerles a nuestro lado y hacerles ver que tú
también eres capaz de estar ahí para cuando te necesite.
Bien
es cierto que las palabras se las lleva el viento, por lo que, lo mejor para
todo, son los actos. Ésos quedan ahí, guardados en un pequeño cajón llamado
“caja de los recuerdos”.
Aunque
hay que ser consciente de que los recuerdos son buenos hasta cierto punto,
deberíamos aprender más de los errores que de los recuerdos, ya que éstos no
nos ayudan a seguir adelante.
Si
pasamos el tiempo recordando, no disfrutamos de lo que nos rodea, puesto que
recordar nos hace creer que todo va a ser igual que lo que hay en nuestra mente
y eso es, por así decirlo, bastante utópico.
Chica Blue
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