lunes, 6 de enero de 2014

en el nombre del viento


En el nombre del viento


“Volvía a ser de noche. En la posada Roca de Guía reinaba el silencio, un silencio triple”
Así empieza y casi acaba El Nombre del Viento, el primer volumen de la trilogía de Patrick Rothfuss, una aventura épica sobre la Historia de Kvothe.
Entre medias, páginas y páginas escritas en las que un hombre te relatará su vida. Escondido en una pequeña taberna te contará cómo empezó su historia viajando por el mundo con su familia, una troupe de artistas itinerantes; lo que aprendió con ellos, lo que le enseñó la vida y las personas que pasaron por ella, su etapa de ladronzuelo y su paso por la Universidad.
Kvothe es un ladrón, mago, mendigo, músico y estudiante que se ha convertido en una leyenda. Pero igual que pasa con los rumores que se convierten en canciones que no cuentan toda la realidad de una historia, las leyendas siempre tienen algo de verdad y algo de fantasía y es aquí, es en este instante, desde su forzado retiro, en el que Kvothe decide que ha llegado el momento de contar su historia como solo él sabe que ocurrió.
Solo con leer la contraportada ya pueden entrarte ganas de leerlo,
“He robado princesas a reyes agónicos. Incendié la ciudad de Trebon. He pasado la noche con Felurian y he despertado vivo y cuerdo. Me expulsaron de la universidad a una edad a la que a la mayoría todavía no los dejan entrar. He recorrido de noche caminos de los que otros no se atreven a hablar ni siquiera de día. He hablado con dioses, he amado a mujeres y he escrito canciones que hacen llorar a los bardos.
Me llamo Kvothe. Quizá hayas oído hablar de mí.”
Y sin embargo, tal vez, a muchos lectores no partidarios de la fantasía estas letras no les llamen la atención, y volverán a dejar el libro en su estantería de la librería a la espera de un lector más adecuado. Y en ese punto se equivocarán. Porque El Nombre del Viento no es un libro de fantasía, es mucho más. Es un libro de superación, de amor, de compañerismo, de magia, de miedos, de personas, de maestros, de seres fantásticos, de personajes, de colores, texturas y aromas, y todo ello mezclado en la dosis justa para crear un ambiente en el que querrás sumergirte por más horas.
¿Pero por dónde empezar? Por los elogios, por los fallos, por la impresión causada, por la historia, por los personajes…
Es difícil escribir bien y no menos difícil asimilar y explicar las impresiones que provocan lo que otros han escrito, sobre todo cuando lo hacen tan bien como lo ha hecho Rothfuss con esta su primera novela. La traducción al castellano realizada por Gemma Rovira, un gran trabajo. Destacar por encima de todas las páginas tan bien hiladas por ella, la conversación que mantiene Kvothe con Schiem en un lenguaje cerrado, que hace pensar en una mezcla de las aldeas gallegas y astures de las profundidades de los bosques más alejados de la civilización más perdida, ¡se merece más que un olé!.
Decir que he disfrutado como una enana con el libro es decir poco. Decir que la gente que me rodea ya lo ha leído, están en ello o lo leerán en breve alentados por la emoción que ha despertado en mí, no es decir mucho. Pero si os digo que me he releído páginas, no dos, ni tres, sino alguna vez más, por el mero placer que me provocaban sus frases, tal vez podáis empezar a entender hasta que punto me ha gustado la novela.
Es un libro para leer y releer despacio, para deleitarse en cada una de las descripciones que nos ofrece el autor. Un libro en el que cada personaje tiene una fuerza brutal y de los que quieres saber más. Quiero saber que pasa con el maestro Elodin, con Ambrosse, con Denna, con Devi, con Simon, Wilem o Deoch. Y aunque algunos apenas aparezcan, la habilidad de Rothfuss para describirlos es tal que llegas a conseguir imaginar a todos y cada uno de ellos. Consigue que los veas, que los sientas e incluso que los llegues a oler. Que los aprecies o los detestes por sus acciones, por lo que son y por lo que ocultan. Y lo consigue no solo con los personajes, sino también con los paisajes, con las habitaciones, con los sonidos. Por un momento llegué a creer que era capaz de convertir en melodía, el silencio, el sonido de las hojas, el murmullo del agua…
¿Fallos?, a pesar de que en algún momento la historia parece desinflarse un poco, el autor consigue mantener la emoción y las ganas de seguir leyendo, gracias a un lenguaje sencillo y en ocasiones incluso poético, llenando las páginas con detalles que completan la historia. Rellenar páginas en ocasiones puede cansar a algún lector ávido de conocer el desenlace de la historia, yo agradezco al autor estas páginas ¿de más?
Una historia que me atrapó desde la primera página y de la que estoy deseando saber más.
 

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