Después
de tanto tiempo, hemos aprendido a convivir con las miradas de envidia que
mucha gente nos manda.
¿Por
qué lo hacen? Porque ellas no han sido capaces de conquistarte a su manera como
lo he hecho yo.
Nunca
entenderé qué fue lo que hizo que te fijaras en mí, no sé si fue una mirada,
una palabra, un gesto o una sonrisa.
No
hace falta que me expliques qué pasó para que me mirases de otra manera, para
que me besases cómo si no hubiese mañana, para que me abrazases por si al día
siguiente no me veías.
No
quiero saberlo por la sencilla razón de que tú tampoco quieres saber mi parte.
Alguna vez me has oído decir que tus manías me encantan, que tu risa me
fascina, que tu sola presencia me hace feliz.
Lo
único que quiero que sepas es que no quiero perderte nunca, que eres más que la
razón de mi sonrisa, más que las ganas de madrugar, más que todas las cosas que
una persona puede soñar. Porque no sé cómo explicarle al mundo entero que te
quiero y me apetece un futuro a tu lado.
Quiero
decirte que gracias por estar ahí en todo momento, por hacerme entender que una
mirada puede valer más que mil palabras, por sacarme una sonrisa a diario, por
aguantar mi mal humor, simplemente GRACIAS por hacerme feliz y por no cansarte
de darme un abrazo, un beso, una caricia. Que sepas que me siento la persona
más afortunada del mundo. Que no necesito más que una llamada o un mensaje para
saber que todo está bien.
Porque
yo soy la única que entiende tus caras, tus miradas y tus picadas. Me has dicho
que solo la gente que te conoce bien, como yo, entiende tu comportamiento. Eso
me consuela haciéndome saber que nadie entenderá lo que les dices con la
mirada, porque hablar con la mirada es una de tus especialidades.
No
quiero ver cómo te vas sin mí, mirándome y asegurándome que me quieres y que tu
marcha se debe a que lo nuestro no tiene ni pies ni cabeza.
-Vuelve
y sigue aquí luchando por tus sueños –te pido mientras te alejas.
-¿Para
qué? ¿Para qué la gente siga haciéndome daño cuando te dice algo a ti?
-Sabes
que paso de ellos, que, aunque me duela, me hace fuerte.
-No
podemos estar juntos. Sabes que te haré daño en cualquier momento.
-No
digas tonterías. En ningún momento me has hecho daño y sabes que las cosas no
van a cambiar.
-Sí,
las cosas cambiarán el día que les diga algo.
-Mándales
una mirada y déjales planchados a todos.
No
me haces caso y sigues alejándote. Mientras lo haces, empiezo a tararear
nuestra canción porque me quedo sentada frente al mar, mirando las olas y
pensando en ti y en la manera que te conocí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario